domingo, 4 de diciembre de 2011

El espíritu de Joseph

Fotografía Carlos E. Ortega M.
He venido queriendo escribir cosas reflexivas, hondas, cálidas, útiles, prácticas, llenas de humor (de ese que muestra caminos diferentes) es más hasta  anhelando escribir sobre cosas "dignas de ser compartidas, leídas y recomendadas". Pero está por demás decir que se agotó la semana y ninguna entrada fue suficientemente reflexiva, ni honda, ni cuando menos templada, llena estuve pero a ratos de humor ácido y negro y compartiendo silencios y rarezas. 
Y aquí voy compartiendo lo que soy, lo que tengo: el desvelo que no me suelta o que o suelto, la tarea del inglés sin concluir, la cena caliente, los pasos, los accidentes y los aciertos; Compatiendo-ME.  Cuando me siento en el banco del ocio de esta madrugada  llega a mi cabeza Joseph, un niño de 5 años, corpulento, fuerte, líder, torpe con su cuerpo y ágil con su reflexión. 
Pareciera que a Joseph lo habita un precoz espíritu adolescente, se duele  de su crecimiento, que grita clara y definidamente el dolor que  provocan algunas expectativas depositadas en su  simple existencia, marcando lo complejo de la identidad y robando la sencillez de la cotidianidad ¿Quién diablos dijo que la infancia es una etapa sin dificultades?. 
En octubre de este año, periquete 1: Joseph tuvo un "día de aquéllos" (Hago alusión al cuento infantil de Bradley Trevor Greive) 
1o. entro llorando a su escuela, 
2do. Su omelet tenía calabazas, 
3o. Perdió sus caramelos preferidos sabor limón, 
4o. Aborrece participar en la clase de deportes, 
5o. Peleó con Isabella y ella decidió no jugar más con el porqué él no se integraba a la clase de educación musical. 
¡¡¡Vaya día!!, la frustración a tope y él hasta la chingada de llorón, berrinche llevado al límite, a grito tendido. Reclamaba: ¡¡No importa a mi nadie me quiere, no voy a comer, déjenme solo, no me importa nadie!!.  Me senté a su lado y le dije ¡¡Vaya que tu día apesta y ni siquiera vas a comer ¿no?!! El siguió auto-compadeciendóse, yo expliqué como el se repetía de tantas maneras "pobrecito Joseph, pobrecito Joseph", ¿Que pasa con tu corazón? pregunté. 
Guardo silencio y dijo: Ahora le dirán a mi papá que me he portado tan mal, y me castigará y no podré ver NI UN MINUTO DE TELEVISIÓN, NI UN MINUTO, NI UN MINUTO...¡no lo entiendes? yo me esfuerzo, me esfuerzo, me esfuerzo y DE TODAS FORMAS LO HAGO MAL. 
Yo totalmente respetuosa advertí: esa sensación tenemos cuando el día apesta, ¿Qué necesitas para que el día apestoso se termine?. 
El contestó: "Por favor, el día se termina hasta que sale la luna y todavía ni comemos"
Yo dije: el día entero se termina cuando sale la luna, pero el día apestoso se termina cuando comenzamos a saber que necesitamos y lo pedimos. Y entonces tal vez podamos ganar algunas cosas y dejar de perder. ¿Que necesitas tú? Mientras el pensaba su respuesta yo me quedo preguntando- ME: ¿Me quedó claro a mi misma o me lo repito?.
Joseph dejó de llorar  sin  levantar su rostro y respondió: Necesito que tú que eres grande le digas a  mis papás que yo me esfuerzo, que yo me esfuerzo siempre aunque no me salga bien, aunque lo haga mal, yo me esfuerzo... el llanto regresó. ¿Escribí que estábamos abrazados? Mi brazos querían gritarle "te entiendo, lo lograremos, esto pasará y sentirás orgullo". Solamente afirmé que lo haríamos. Permanecimos en silencio y bajamos al comedor. 
Noviembre 2011, periquete 2: Hace una semana la mañana de Joseph estuvo llena de duras pruebas por roer, recortar, hacer la clase de deportes, reptar en el patio. El dejó de intentarlo, dejo de trabajar. La maestra quejumbrosa me  señaló delante de él, "Mira cómo anda, y no quiere trabajar, mírale  la cara" le pedí que me acompañará a tomar agua para beber, en el camino sujetados de la mano pregunté si quería hablar sobre ello y dijo que si. Permanecí en silencio esperando que el abordara el tema. Dijo "¿sabes por que no quiero trabajar? Negué con la cabeza. Por que no me quiero equivocar, no quiero hacerlo mal".
Hay noches durante semanas enteras en que el espíritu de Joseph visita mi corazón,  atropella mis manos y permito que entuma mis patas y atore mi lengua. 
 ¿Cuál será el periquete del último mes del año?

2 comentarios:

Gaby O dijo...

Ah pequeño Joseph, si supieras lo bueno que eres para ponernos a pensar, a reflexionar, a nosotros: los 'grandes' en las cosas tan pequeñas que nos pasan. Pero si lo supieras, tal vez perderias tu inocencia, y ESO NO sería bajo ninguna circunstancia justo. Ojala todos tus 'periquetes' por venir sean buenos, para ti primero, y tambien para nosotros! Abrazos pequeño Joseph! Animo!

Yumico K. Véliz dijo...

Gracias por compartir tus sensaciones, ojala... dejáramos el poder adulto-centrico y estuviéramos TODO EL TIEMPO conscientes de que los niños son personas, y NO están en el proceso de convertirse en "eso".