domingo, 10 de enero de 2016

Mamá sabe que Matias está enamorado...

Alberto Montt
Matias comparte con mamá la aventura de acudir a su preescolar, pero sobre todo comparte el enamoramiento que siente por Isis, Matias siempre quiere pasar cerca de ella y oler su cabello, y en silencio suplica que su maestra le siente junto a ella. Quizás a esta edad el enamoramiento es inherente a los sentidos  más sublimes, a la vista, al olfato. Mamá pregunta  cada tarde ¿Saludaste hoy a Isis? Matias vuelve a responder "ella no me habla mami, y mi maestra no me dice siéntate aquí, junto a ella"
     Isis es una niña tímida estoy segura que se quedaría muy sorprendida de ser mirada con tal admiración y devoción por alguno de sus compañeros. Es silenciosa, alta para su edad, delgada y parsimoniosa, atenta, observadora, camina con la mirada gacha y evitando los conflictos sigue las reglas del grupo. Matias es pequeño de los más bajitos de su grupo de mirada parlanchina y acelerado pensamiento, este año está entrenando su autoregulación, en voz bajita y usando su pulgar como guía nemotécnica se repite; "Escucho, pienso...hago"
    Esta tarde mamá y Matias hablan del desafío que pensaron por la mañana, Matías pediría a su maestra que le sentara en la misma mesa de trabajo que Isis para hacer equipo, al llegar la hora en que Mamá recogía a Matias mamá estaba inusitadamente ansiosa por la charla, sabía que diría al encuentro con su hijo: ¿Que pasó Matias se lo pediste a tu maestra?. Antes de que la pregunta invadiera el aire Matias emitía un viento de desaliento, su cabeza gacha ca-siiii hacía invalida la pregunta. Mamá agachó su cabeza y de cualquier manera preguntó ¿Lo lograste?. Matias camino hacia la puerta del edificio,  ofreció la mano a mamá, la apretó y luego respondió lo que  ya sabían: no había pedido a su maestra que le ofreciera la mañana entera junto a Isis, caminaron en silencio tomados de la mano, repentinamente levantando la mirada y encendiendo la charla Matias recordó en voz alta que a la hora de la siesta se había acostado junto a ella y que olía su cabello a fresas, el y mamá cerraron la conversa con una sonrisa cómplice del atrevimiento y esperanzadora; mañana tendrían una nueva jornada, una nueva oportunidad.
Alberto Montt
Cuándo papá llegó a casa al atardecer, Matias le dio Bienvenida y papá le preguntó con atención y serenidad: "¿Hijo y hoy te sentaste a la mesa con Isis?" Mamá en el baño, Matías frente a papá en la cocina, el pequeño respondía con una extraña nota en su garganta: "Si papi le dije a la maestra que si me podía sentar en la mesa con Isis y con Ángel, y luego conocí a su papá y le dije que cuando yo creciera iba a casarme con ella" papá dijo "Oh vaya que bien, ¿Qué te dijo?"; Matías seguía hilando la historia para papá (y quizás también para el  mismo) "me dijo que estaba bien, es que yo soy un buen niño". Mamá detrás de la puerta con un nudo en la garganta se preguntaba que extraña presencia hace papá en la realidad de Matias, ¿Qué diría Freud de esta escena?, sin darse un suspiro una pregunta tras otra llegaban a su acelerado corazón: ¿Salgo del baño justo ahora y paso frente a ellos? ¿Para qué necesita un niño con apenas 5 años cumplidos narrar a papá  una historia de Don Juan? ¿En verdad Matias quiere acercarse al padre de Isis, esto le haría sentirse poderoso?.  
Cuando mamá logró salir del baño Matias jugaba cerca de la cocina y papá preparaba la cena para la familia, se acercó a Matias se miraron, Matias llevó el dedo a su propia boca, mamá exhalo abriendo sus brazos, el abrazo sello la complicidad...Mamá sabe que Matias está enamorado... papá sabe un poquito.