martes, 6 de marzo de 2012

Cuando la frustración pasa por encima del logro

A veces los pasos pequeños de los niños me ayudan a dar grandes zancadas de reflexión y movimiento. Cómo la mañana de hoy en el taller de Buen Trato que llevamos en preescolar 3b, los niños y niñas más grandes del centro educativo. 
"Cuidarte A.C" editó  una lotería del Buen Trato en ella se describen diferentes maneras de dar y recibir Buen Trato, (por ejemplo: Digo lo que pienso, Me cuido, No recibo ni doy golpes, etc. www.cuidarte.org.mx )
El grupo en el piso concentrados en las imágenes y en mi voz; de pronto algún  comentario para el compañero de a lado rompía el silencio. Tercero B es un grupo en su mayoría varonil, de pronto veo que Joseph toma sus semillas y las empuja, deshace su montañita de paciencia y revienta furioso.
Resulta que se dió cuenta que a su compañero de a lado le faltaban dos cartitas para ganar, y el llevaba solamente dos anotaciones en su carta. Grande su frustración cómo su tamaño abandonó la lucha, se salió y lloró desconsoladamente. No podía seguirlo, estaba sola con el grupo, solamente hice un llamado a su paciencia, continué cantando la baraja, el permaneció afuera entre su llanto y sus silencios nos escuchaba. 
Lo más curioso y oportuno fue que su carta ¡¡Fue la carta ganadora!! tan pronto cómo el se venció sus oportnidades comenzaron a llegar, una a una fue llenando su  frustración. Joseph no pudo volver, no pudo ganar, aunque el era el triunfador.
Me he quedado preguntándome el infinito número de veces en que me he permitido perder aunque me tocaba ganar, el número de veces en que con la frustración en las venas he reafirmado las ideas de "perdida y derrota" sin dar el tiempo, la tolerancia y la paciencia para tejer el manto del triunfo y dejarme abrigar por el.
Hoy la lección es tan clara, Joseph entró sorprendido, limpió sus ojos, secó su cara y se preguntó en voz alta si podía quedarse con su premio. Él junto al grupo decidieron que no era posible por que lo había vencido la frustración y el enojo. Por  qué no había ganado la calma ni se había dejado acompañar. Otra mañana de desolación invadió su jornada, ¿Se dará cuenta de las lecciones que me regala? Supongo que no en eso descansa su infancia.

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