lunes, 18 de diciembre de 2017

Domingo de neblina invernal.

Erika Kuhn
He observado en mí una conducta del lenguaje corporal que no conocía, entendí con resentimiento y dolor que cuándo  me siento herida y desilusionada hacia alguien entonces evito a toda costa el contacto visual. 

   Mi cuerpo puede estar junto a ese alguien pero mi mirada no podrá bajo ninguna circunstancia estar junto a la suya. Es extraño cómo de pronto las frases trilladas, aquéllas de que los ojos son la ventana del alma, tomaron  un lugar en  la conversación conmigo, encabezaron el debate interno y fortalecieron el conocimiento de los lenguajes para amar que uso cotidianamente. 

     También abrieron la puerta del conocimiento consciente, me apuntaron la manera en la que busco proteger y contener lo que está desbordado dentro de mí.
Alfonso Casas Moreno
Reconozco entonces que al mantener el encuentro de una mirada abro la posibilidad de hablar lo que no se dice en la superficialidad de las palabras, este fin de semana me he sentido tan llena de neblina como mi ciudad, cómo con llanto en nubes negras suspendidas sobre los techos, con un helado paso, con la mirada cerrada y las caricias desiertas... quizás una nube se llevo mi domingo...

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