jueves, 3 de octubre de 2013

Lágrimas que lavan los viernes, lagrimas de cocodrilo

Chenyi
Pasar y dejar pasar un Viernes con el pecho apretado y terminarlo con la firme necesidad de estar tiempo en quietud y soledad conmigo, conmigo y mis restos del día, conmigo y mis expedientes y mi cansancio y mi camino tomado. Y  además con un llanto sincero y saturado de suspiros, así no más, abrir la puerta de mi departamento para encontrarme con mis sonidos, mis espacios, mis silencios, y ya después con los suspiros muertos...El viernes  me hizo pensar en que tengo y vivo con lágrimas de cocodrilo, en el sentido más fiel a sus lagrimas, el más sincero con el lacrimal:  
("que las famosas lágrimas de cocodrilo son una secreción acuosa que mantiene hidratados los ojos del animal, fuera del agua, pero no tienen nada que ver con el llanto. Las glándulas salivales y las lacrimales de este animal están situadas muy cerca unas de las otras por lo que se estimulan constantemente, lo que hace que al animal llore mientras come").
Es decir necesite lavar con mi llanto mi estrés, mi frustración sin que nadie a mi alrededor se viva con la feroz necesidad de acompañarme y también sin la necesidad del apapacho forzado, sin que me cuestionen, sin que nadie se atreva a validar o invalidar los motivos  que conducen mi llanto, sin una sola pregunta, con la fuerza del corazón encendido y con  racionalizaciones propias, con el autoreconocimiento más legítimo. 
Chenyi
Un momento para llorar la frustración, retomar fuerza y exhalar el aire contaminado del día. Para llorarle  a la posibilidad de ser y no ser... de buscar sin encontrar, de llamar sin hablar, de marcar sin que la bocina traduzca la voz. De llorar el final de un viernes complejo, atareado y pleno de adultez...pleno de decisiones, de lavar mi mirada mientras mi espíritu se alimenta y encima de tanto un viernes juguetón de decisiones caprichosas e infantiles... mañana viernes otra vez único, irrepetible y con el mismo nombre

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