martes, 24 de enero de 2012

Piensan que mi casa-cabeza-corazón es su parque de diversiones


Estas dos (la furia y la tristeza) han confundido mi casa con un parque,  con algún montable extremo, llegarón gritando consignas del barzón como enfundadas en vacas y caballos, con cara de hambre y de fastidio, encima de tanto han venido a treparse en mi lavadora en una actitud por demás infantil,  casi la tiran con todo y garras, se me han trepado hasta las ideas y me han hecho llorar con rabia, nostalgia y desesperación. Han pegado de brincos en mi cama y se han encariñado con mi  pecho abriendo semejante zanja que ahora sabe Dios (y Quién sabe el de quién) como diablos las consolaré... He elegido contarles un cuento, ofrecerles leche caliente con café, un poco de queso, y por supuesto un pan. Una no para de dar vueltas, parece no escuchar mi hermoso recuerdo, perdón era un cuento, y la otra parece un maniquí de ojos idos y de vidrio...  uuuffff ... 
Acariciaré la cuna de sus pensamientos y ya después cuándo el sueño las venza las enviaré de regreso por dónde vinieron.  La lavadora ha quedado casi en su lugar (la puerta del patio no cierra),  las sábanas limpias y la cocina recogida... ¡¡Vaya capricho!!-

La furia y la tristeza, 
"Cuentos para pensar", 
Jorge Buckay


 En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta...
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas.
Había una vez... un estanque maravilloso.
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente...
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque.
La furia, apurada (como siempre esta la furia), urgida -sin saber por qué- se baño rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua...
Erika Kuhn "Otra vez el pájaro al trigo"
Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró...
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza...
Y así vestida de tristeza, la furia se fue.
Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza
terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.


En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y
enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.

2 comentarios:

Gaby O dijo...

tomala! esta intensa esta entrada... espero que ni la una ni la otra se estacionen por tu haber mucho tiempo, solo el suficiente para hacerte crecer. :)

Yumico K. Véliz dijo...

A esas dos ya las conozco en cueros, y por acá pasan con su algarabía y su desmadre, PASAN pero no se me quedan. Las escucho,las acuno,a veces las acariño y luego las dejo marcharse.
En verdad agradezco que me comentes y que me leas...
Gracias por las bendiciones.