martes, 10 de enero de 2012

Grandes berrinches

Polina Yakovleva
Para curarse de un berrinche de anciano entienda que no es por usted por lo qué  patalean sus piernas en la silla de ruedas, es su propia quietud. 
Para rendirse a los encantos de un mal día, decorado con berrinche puro, ése del bueno, cerciórese de  estar cerca de un abuelo, de que el frío incremente el malestar físico. Es más no se ponga abrigo ni sweater.
Para curarse de un berrinche de la tercera edad, asegúrese de que sus ilusiones permanezcan en un lugar confiable, por aquéllo de que las ilusiones son parte del antídoto contra la senectud. 
Polina Yakovleva
Pero si en verdad no le queda de otra más que acompañar al viejo en su doliente pedazo de vida, No pierda la ansiedad por una simpleza, conserve las ganas de algo: ¿una llamada, una voz detrás del teléfono, un abrazo, un deseo, la cobija limpia? y si olvidó el teléfono lejos de sí, si la voz ansiada también tiene berrinche, malestar o silencio, o el abrazo no llega y el deseo no se aclara, la cobija es muy grande, o la sopa se quema; entonces sucumba frente a los encantos de un berrinche senil: Terco, fuerte, tajante, sin la meta final clara, dura  y dura, y dura y dura... Hasta que se acaba

1 comentario:

La voz dijo...

ahi te dejo un apreton de hombros
para cuando lo demás se te acabe.
por ahi te hare llegar una bolsa de
chocolate en barritas
marca
¡abuelita!
es buena terapia hacer como q te los comes