Miki Satto |
En Nueva York conocí al primer Turco, Mehmet y cada cita era de ensueño. Un día me invitó a su casa, no quise subir a su cuarto. Un día después me llevó a una playa hermosa, alimentamos a las aves y vimos el atardecer, después pasamos por un motel y bromeando me insinuó la invitación me negué. Al día siguiente dejó de hablarme.
Barbaro era mi amigo me gustaba porque era muy tierno y me hablaba con mucho cariño. Me gustaba tocarlo porque se ponía muy nervioso y nos hicimos cercanos. Pasaba muchas horas en mi cuarto, casi siempre en la "compu" pero a veces nos distraíamos y nos dábamos a los besos, me gustaba tocarlo sin permitirle que me tocara a mí. Siempre respeto mis límites ;)
Regresé a Guadalajara tal y como me lo prometí, casta.
Empecé a perderle el miedo y me volví amiga de la cámara. Me gustaba provocarlos y que me vieran. Ahora que lo pienso es claro, no podían tocarme como lo dijo mi mamá. Y conocía a hombres jóvenes y les mostraba mi cuerpo, obvio, sólo lo que me gustaba.
Ellos no podían verme la panza, o las estrías, si no sólo lo que les excitaba y yo quería mostrarles. Los miraba masturbarse hasta eyacular y les hacía creer que yo también lo hacía. Me hacía sentirse segura y hermosa ¿amada, tal vez?. Pienso que se busca amor de la manera equivocada.
Alberto Montti |
Brom y Jairo disfrutaban de mis manos mientras estábamos en el estacionamiento del CUCEA, era emocionalmente prohibido y a mi, ni me veían, ni me tocaban. Me llamaban y trataban de buscarme cada vez más seguido. Yo lo sabía, porque mi mamá me lo dijo, así son los hombres, ¡sólo buscan sexo y cuando lo tienen te mandan a volar!. Así que por eso y por el miedo a que me gustara no lo intenté.
Llegó Rodolfo mejor dicho, regresó. Lo conocía desde los 16, pero nunca quise andar con el. No me gustaba aunque era lindo, no me parecía atractivo.
Gabriel Pacheco |
Me insistió tanto que acepté después de años ser su novia. Decía mi abuela: ("Hay que buscar quien te quiera y no a quién querer", lo ejercí en presente) .Ya tenía yo 23 años y en vivo, nadie me había visto desnuda, por supuesto seguía siendo incómodo ¿Y si me tocaban?...
Vino a visitarme y fui a su hotel porque tenía para mi una sorpresa. Metidos en su cuarto, la sorpresa fue regalarme su cinta negra. Acto seguido me doy cuenta que tengo encima a un cabrón moviéndose y haciendo ruidos extraños. Sí, con ropa pero invadiendo mi espacio y tratando de tocarme, me morí de miedo y lloré y lloré hasta que al levantar la mirada lo vi llorar. Se disculpo conmigo con excusas y salimos del hotel. Pasaron meses sin que yo volviera a verlo o hablarle.
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