Cómo si fueran olas de gente las calles del centro de mi ciudad se llenan y vacían, presurosas hormigas ciegas siguen su camino haciendo la nada de todos y todas.
No nos miramos, nadie advierte los adornos gigantes de las calles con todo y su luminosa existencia, cada guirnalda parece sostener la preocupación de pasar sin que les veamos y muchos parecieramos desear no ser sentidas ni sentidos.
La marea de personas se detiene frente a mi mirada cuando en la parada del autobús público un pequeño y viejo auto compacto prende y apaga sus intermitentes dentro una pareja, ella al volante, el de copiloto. Lento cómo si el tiempo se detuviera sus labios juegan a ir y venir, lento en un beso que por despacio anuncia un sin fin de caricias reciprocas cómo si afuera no circularan las hormigas, lento en un abrazo de lenguas juguetonas... lento cómo si el tiempo no transcurriera tírano... lento cómo si cada chófer no sonara su claxon, el semaforo en rojo una vez, y otra más. Nada distrae a la conductora solamente la textura de él absorbe su atención...lento un vaivén de sus rostros, los sonidos estrepitosos, la indiferencia ciudadana, la lejanía de las luces navideñas, nada entre los dos... sus movimientos lentos, espontáneos y sensuales aminoran la prisa de algunos transeúntes, siembran deseos y anhelos de correspondencia. Tercer semáforo, cinco o seis camiones habían rebasado al autocompacto por la izquierda, ella parece despertar toma el volante dando un último picorete a su copiloto y se marcha...La marea vuelve a su cauce, la mirada a la nada.
P.d ¿Qué pasará con esos tres de esta historia?
¿Quién elige a quién? esa? supongo es otra historia
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