Mi tío Rafael es un hombre de más de 50 años, no lo sé bien creo que casi llega a los sesenta. Es menor que mi madre por un año.
Hace dos años compartimos un aniversario de vida muy especial. Por qué entonces después de casi 31 años de intercambio familiar, hablamos sobre amar y ser amados, desde su posición de hombre mayor y la mía de absurda adultez: la de la sobrina; nos reconocimos y nos conocimos. Hablamos sobre vivir y morir los días en las habitaciones que construimos. Entonces pude escuchar de su voz franca la frustración con la que el vivía amarrándose a la amargura de la frustración con su anillo de bodas cuidadosamente cristiano. Invalidando sus sueños y sus ambiciones más espirituales, escuché su tolerancia al maltrato verbal y su soledad familiar, abandonó su posición de viejo búho erudito...
Compartimos el refugio: la puerta de la cueva se escondía tras la sonrisa de mi madre. Para ambos era un lugar de descanso en el camino de encontrarnos con nosotros mismos, conmigo misma y con mi sombra por ratos cruel. El me esperaba a la hora de la comida y yo lo esperaba preparando entradas especiales y ensaladas para compartir, la verdad es que lo esperaba encima de mis reniegos a su pasmo, y más arriba de mi, encima de mi coraje estaba su negación a la fuerza personal, la propia, la que queda justo detrás del corazón con la que deshaces las historias de amor roídas por el oxido de la decepción, del maltrato. No quiso aceptar que también detrás del corazón se esconde la fuerza.
Su sentido del deber se lo permite sí y sólo sí se marcha a nombre del sacrificio y del deber ser: ahora ha dejado el país se ha ido al norte del continente (cómo muchos otros) para soñar y respirar en libertad. Su cumpleaños será mañana, a nombre de todos los y las que no saben decir "no quiero más, ¡basta ya!" te dedico este post: Querido Tío la vida es
nuestra sin importar las puertas que cruzas, las puertas que cierras o las ventanas por las que te brincas para estar del otro lado. En hora buena por un aniversario de vida que nos tiene a los dos donde cada uno quería estar...
nuestra sin importar las puertas que cruzas, las puertas que cierras o las ventanas por las que te brincas para estar del otro lado. En hora buena por un aniversario de vida que nos tiene a los dos donde cada uno quería estar...
Festejo contigo en esta cama ajena y extraña, festejo con la vida que me cobija y después de un día caótico... cumpliendo mi deseo.
¡Salud! Por un aniversario diferente... Salud por tomar la vida.
P.d por allá en el refugio de las alas rotas te extrañamos siempre.
¡Salud! Por un aniversario diferente... Salud por tomar la vida.