Afuera un perro lamenta su crecimiento. Gime y rasca el cancel, pareciera no agotarse, he salido a verlo. Le abrí el cancel pero no sube, no se mueve sigue llorando. Es un perro pequeño...Le pregunto en la locura total ¿Esperas a alguien o estás perdido?.
Hace hora y media que ha declarado su llanto abierto y descarado: Aúlla, rasca el cancel por dentro, hasta lo oigo ya colérico... Alguien baja las escaleras lo reprende: "¿¿Porqué te saliste?? deberías dormir afuera, ¡¡Mira nada más como vienes!! Hasta pulgas debes traer. Métete ya". Lo oigo menearse, Sonrío y supongo que si el me viera también me sonreiría y se burlaría de mi trabajo tamaño pulga y de su resultado tamaño elefante: Abrazo, recibimiento, el lugar que el quería para dormir y ganar el remanso. Ganancia plena.
Mientras lo escuchaba recordé tres principios de la comunicación: Sobre todo por el número de veces que he olvidado cerciorarme de que en verdad comunico, quisiera tener la certeza de que hago llegar mensajes claros, o bien podría aceptar a manera de premio de consolación:¡¡otra oportunidad!! ¡¡otra oportunidad!! ¡¡Otra oportunidad!! y en ella preguntar por mi mensaje y su misión comunicadora. Y aullar cuándo parece imprescindible, antes pedir audiencia, y menearme toda cuando reciba la respuesta que buscaba, y sonreír y asumir las consecuencias de mis interacciones defectuosas y recibir mis ganancias todas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario