El camión rugía con las llamas de los incendios (11 flamas arden incinerando el futuro en mi estado, carcomen =( otra vez, otra vez bosques y sierras se consumen silenciosamente ¿algo por hacer? ) el autobús exhalaba desesperación mientras daba la parada a las personas que esperaban tomar su ruta esta mañana. La anciana se acercaba al ritmo de los que tienen las carnes plegadas, la cabeza totalmente blanca sumida en una joroba exuberante, el camión exhalaba prisa, ella intentaba doblar la rodilla y subir el peldaño sin soltar su bolsa de mano, la aventura de abordar el transporte publico poblaba de ansiedad los pedales del chófer. De pronto un joven detrás de ella sujetó la suela de su desgastado zapato, en el aire elevó las decenas de arrugas que entumen la velocidad de su paso y ella subió subitamente acompañada, inesperadamente ágil, un nuevo rugido del autobús... mientras la comisura de los labios divulgaba una sonrisa en la abuela, el joven inesperadamente desapareció en el tumulto, el camión se va y me deja en la contemplación de la vida con la muerte diaria...
Qué la edad nos traiga la compañía sembrada... que la sabiduría se cuele entre mis arrugas, qué las historias se dignifiquen ... Que la compañía inesperada y sorpresiva siempre y toda vez tenga un minuto para pasar por los sentidos en llamadas telefónicas, en una caricia, en un sorbo de café, en una elegante anécdota perfumada de recuerdos...
2 comentarios:
=´)
Pequeñas cosas que nos hacen humanos... ¡y que no nos cuestan nada!
Nos valen el tiempo para dar a los demás... y luego se devuelven los minutos convertidos en bienestar. "Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da..."
Nadie dijo que la moneda devuelta es idéntica a la que entregas
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