...calavera vete al río
-No señora tengo frìo.
-No señora porqué espanto.
...Entonces ¡¿A donde quieres ir?!
-Yo señora al CampoSanto
Se han levantado de entre los escombros decididos a llegar a su CampoSanto, empolvados de aventuras y sinsabores. Repitiendo como las niñas y los niños del preescolar: "Chumbala, cachumbala, cachumbalaaá" marcan sus horas y me marcan el paso acentuando la demanda de ser liberados, y a punta de trabajo en horas sueño han dibujado la desmejorada imagen de mi yo, han reído a carcajadas junto a mi auto-retrato: "Todavía no sabe mirarse se dicen entre sí, todavía no puede" y las carcajadas interrumpen su decir.
Estos muertos ¿o fantasmas? han roto las bolsas de plástico donde compartían la melancolía del exilio y han llegado hasta mi nueva puerta para reclamar espacio en mi análisis. Me miran con complicidad, hace ya tiempo que nos conocemos, me espantan con su decisión.No quieren más jugar a la demencia burda y ruidosa. Ellos saben de mi silencio y cansados se miran de permanecer expectantes.
Son mis propios muertos los que en mi descansan, los que tienen un CampoSanto en mi reflexión activa. Esta vez no quieren el "atole compasivo de la reflexión", Esta vez buscan su cristiana sepultura, esta vez no se irán si no me muevo diferente, si no camino distinto, si no me miro... sólo con lo que soy.
¡Ah que la fiesta de los muertos, ruidosa, colorida, melodiosa, soberbia, social y al mismo tiempo legendaria y vigente...cuando el reloj marca la 1 las calaveras salen de su tumba... chumbala, cachumbalá, cachumbalá!