miércoles, 28 de septiembre de 2011

Ni única ni especial

Hace ya tiempo que lo reflexiono, en realidad no soy única y no soy especial. 
Mi locura se parece a la de otros tantos, a la de otras tantas muchas más...
En realidad sea quien sea que lo haya pensado para sus adentros y externado para mis afueras, tenían razón soy cómo todas...
Soy como todas las que buscan su re-edición, soy cómo todas las que crecieron en una familia "loca, desfasada y funcional en su desorden", 
soy como todas las que se enamoraron y se equivocaron en las formas sin mostrar el fondo. 
Soy como todas las que no pueden verse al cuerpo a cuerpo y luchan por lograrlo.
Ni única ni especial...
Soy como todas las que se hunden en el desvelo y al amanecer siguiente lamentan que timbre el despertador.
Soy cómo todas y si me permito la holgura de la demencia... soy cómo ninguna.

 Aquí les dejó un apretón al corazón y a las tripas que me pasó Paty Ortega hace ya cómo  mm mmm mmm...7 meses:


PIDA USTED UN DESEO
Rosa María Roffiel

               Una vez quise ser hombre,
para casarme con mi hermana,
que ya lleva tres divorcios;
para amar a mis amigas
que en cada relación mueren un poco.
               Quise ser hombre,
para fecundar sus vientres,
no de hijos, sino de poesía,
vino tinto, relojes parados,
unicornios azules.
               Para decirle a Josefina,
cuanto admiro su forma de entregarse,
para escribirle a Rosi,
esas cartas que no llegan nunca,
llamar por teléfono a Pilar,
que espera tantas tardes,
llenar de caricias prolongadas
el espacio de Beatriz, que vive sola
         y le tiene miedo a los temblores.
   Quise ser hombre,
para amarlas a todas y no sentir más,
el frío de sus lágrimas en mi playera,
ni mirarlas apagarse,
ni presenciar sus funerales
en sus ataúdes de treinta años.
               Quise ser hombre,
para invitarlas a volar el periférico,
a bailar descalzas porque el América
le ganó al Guadalajara,
       para llevarlas del brazo hasta una cama,
donde no tengan que fingir orgasmos.

               Pero soy mujer y aunque puedo,
             compartir con ellas la poesía,
escribirles cartas,
                         llamarlas por teléfono,
       llenarlas de caricias prolongadas,
volar el periférico,
            bailar descalzas,                         
secar su llanto,
tocar su alma …
no es suficiente,
no les alcanza,
porque desde niñas aprendieron
que los hombres son un premio al que hay que amar,
sin importar si ellos las aman. 

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