Héctor tiene la mitad de una decena de años,
Ella poco más de 3 decenas ...Ambos visitan diariamente la escuela y sólo el desayuna y come en el comedor del plantel, un menú que por cuidadoso y elaborado huele delicioso. Héctor y su madre (de la misma edad que ella) son vegetarianos, el no lo sabe, solamente tiene claro que la carne no la comerá, que hace tanto daño al cuerpo y que no podemos excretar sus toxinas con facilidad. No tenemos idea de cuánto de esto que repite es comprendido, seguramente nada más allá de que mamá y él hagan equipo, "sean una familia".
Esta tarde el menú incluía pollo en un "molito rojo y oloroso" acompañaba el arroz blanco con dientitos de elote, (más el postre y demás). Héctor había devorado el arroz y permanecía dentro del comedor cómo pegado a la pequeña sillita anaranjada, su rostro estaba diferente, miraba a las adultas a su alrededor persiguiendo sus pasos, cazando miradas y esperando... esperando... esperando.... Por fin
ella se acerca, dobla su cuerpo largo en cuclillas y pregunta
¿Pasa algo cariño? Héctor responde dejando que su enojo invada la mesa completa y a sus tres comensales compañeros los salpique la furia contenida.
-No lo comeré, no comeré carne ni pollo ni una vez más!! ¡¡Y punto, no quiero, fea, no quiero y punto!!
-Ella se acerca y con la mirada intenta decirle "no te comprendo, ¿De dónde viene esto?" verbaliza:
"De que hablas? ¿Quieres dejar el pollo en el plato?
-Héctor implacable y en su clara posición de defensa familiar repite:
"No comeré esa carne que mi cuerpo no necesita, no quiero dije y punto".
Ella dice "Esta bien, no soy yo la que obliga a comerla, no merezco un trato cómo este, llamarme cuando necesites algo".
Ella sonreía para todos, incluyendo con la mirada a Héctor atendiendo a las emergencias típicas de la comida (" es mucho, ¿Una y ya?, puedo comer sólo un poquito más de pollo?"). Da la vuelta para traer un vaso más de agua, anhelaba tener ojos en la espalda, Héctor llora desconsaladamente, ella se acerca y le pregunta que pasó intentando ser amorosa, el desmorecido no habla, Ella vuelve a preguntar, Héctor pide ir al baño y que lo acompañé. Tomados de la mano dejan la escena de la separación y caminan conduciendo el diálogo que abre el corazón.
Ella le dice que estará lista para escuchar cuando el pueda hablarle sobre lo que pasó, Héctor solamente repetía que no sabía por qué lloraba. Ella vuelve a repetir "esta bien sentir, ahora hablemos sobre lo que sientes".
Cinco años y harta experiencia en llanto descontrolado comienzan la explicación: "
Una vez ayudé a mi mami a picar la cebolla y lloré, y lloré mucho, con sentimiento"
Ella no comprende y espeta, "Cariño no picaste cebolla en el comedor, ¿estás enojado, triste, por qué tu plato tenía pollo, o por que te pedí que no me maltratarás?.
El no sabe que responder... en verdad no sabe que embarga a su estado de ánimo.
Sale del baño y al encuentro le dice "mi corazón tiene un jugo de cebolla, y me hace este sentimiento, no sé por qué lloro tanto, no puedo controlarme"...
Ella lo abraza y le mira, remata: "Ahhh entiendo, no te preocupes, esta bien sentir, podrás controlarte"
Al llegar al comedor Héctor había parado de llorar, en su lugar dos galletas de vainilla esperaban ser consumidas.
Ella le invita a sentarse extendiendo su brazo y sonríe frente a las galletas, el la mira, ella dice
¿Lo ves? No necesitamos el enojo, necesitamos pedir lo que necesitamos. El termina la discusión en un magnifico recordatorio de su Derecho a ser único y especial:
"Gracias por darse cuenta que soy diferente" y un poco más de jugo de cebolla se asoma por su mirada color de miel...
¡¡La mitad de una década y ya lo sabe, es diferente!! (y a veces la diferencia pareciera ser una desventaja para vivir... )